El educador y poeta Ramón Emilio Jiménez nos legó el “Himno a la Verdad” que comienza anatemizando la mentira: “no digamos jamás la mentira”. Muchas generaciones lo cantábamos en nuestras escuelas, privilegio privado a las presentes. Sus versos constituyen llamado cuasi-divino: “donde está la verdad está Dios”; el Dios por quien el Presidente Medina juró como candidato del PLD 2016-2020 en el acto de proclamación celebrado el pasado domingo.
Por eso resultaba pertinente en ese acto, ceñirse completamente a la verdad, no sea que cuestionándose alguna de sus partes el todo quede susceptible de invalidarse.
Y no fue así en los pronunciamientos del mandatario relativo a nuestra economía. No se compadecieron plenamente a la verdad, entendida esta como oposición al error, mentira e ignorancia.
Como nadie en sano juicio puede argumentar ignorancia en nuestros gobernantes testimoniados por sus habilidades para mantenerse en el poder y tampoco suponer mentira por haberse jurado ante Dios; hay que atribuir al error lo dicho por el mandatario relativo a nuestra economía. Y admitirlo y subsanarlo para revestir de credibilidad a las demás informaciones y pronunciamientos externados en el acto de marras.
El Presidente, intentando demostrar bondades de gobiernos del PLD, declaró que estos habían multiplicado el PBI más de 3.5 veces al pasar de US$18 mil millones en 2004 a US$66 mil millones presentes. Al hacerlo, tomó cifras de diferentes metodologías de medición incluyendo años bases desemparejados. Para el 2004, tomó el PBI calculado en base a 1970 cuyas cuentas solo llegaron hasta 2005. Para el presente tomó PBI calculado en base al 2007.
Al tomar distintas metodologías y años base, las comparaciones resultan híbridas y arrojan conclusiones desapegadas de las realidades.
Si hubiera tomado una misma serie con criterio homogéneo de medición e igual año base, como debe ser, el PBI 2004 fuera de US$27 mil millones (no 18) y su multiplicación hubiera sido 2.9 veces, la cuarta parte de la señalada por él.
Este equívoco presidencial se magnifica al ponderar el efecto negativo de la deuda. Restándole esta al PBI de cada año (2004 y presente) la multiplicación se reduciría a 2.5, en 11 años; un logro comparativamente vergonzoso si tenemos en cuenta que lo que le tomó al PLD 11 años a Balaguer le tomó la mitad de tiempo: 5 años, de 1991 a 1996.
Para revestir de credibilidad de estos y otros pronunciamientos gubernamentales, este error debe ser enmendado. Así se evitarán interpretaciones que se trata de manipulación estadística con fines electoreros o confusión de autoridades que lleva a percibir, y a engreírse, una realidad disímil a la verdadera.