Ciertamente el desnudamiento de debilidades opositoras manifestado mediáticamente esta semana requiere evaluación y respuestas estratégicas, organizacionales, programáticas y procedimentales. Como muchas se basan en aplastamiento de posibilidades opositoras dados los recursos disponibles por oficialistas- provenientes de auto-asignarse 90% de contribuciones estatales a partidos, patrimonio público y aportaciones privadas temerosas de intervencionismos y/o apostadores a recuperaciones futuras- tenemos que evidenciar enérgica, sistemática y comprehensivamente que enfrentamos la peor gestión de nuestra reciente etapa democrática.
En términos cuantitativos el resultado presupuestario del último año completo de la presente gestión ya de tres años (-RD$146,588 millones 2014) fue 1.9 veces más deficitario que el último del trienio precedente (-RD$79,227millones 2011) bajo administración de Leonel Fernández; 25 veces peor que cuando Hipólito Mejía (2003) y 257 peor que cuando Balaguer (1995). Con relación al PBI el déficit fue 42% superior al provocado por Leonel, 420% de Mejía y 1957% durante Balaguer. Los pagos por deuda durante 2014 fueron 29% más que 2011.
Además pueden citarse: crecimiento económico no distribuido, desempleo estancado en 1995, distribución de riqueza más desequilibrada, Balanza de pagos diez veces más deficitaria que aquel año.
Pero el empeoramiento es también cualitativo.
Se invierten en obras no utilizadas (ejemplo: UASD).
Alcanzamos menos medallas de menos calidad en Juegos Panamericanos actuales con relación a Guadalajara 2011.
Nuestra educación acaba de calificarse como antepenúltima peor del mundo a pesar de aumentarse el gasto con 4%/PBI; matemáticas incluidas, asignatura que fuimos adelantadísimos.
Las millonadas en “hospitales bonitos” contrastan con carencias de vacunas para salubridad de niños y envejecientes.
Ahora, porque sufrimos sequía, autoridades claman que 54% del agua se pierde y desperdicia.
El gasto agropecuario desentona con negligencias fitosanitarias afectando exportaciones, búsqueda de mercados alternativos o preocupación por reducir precios internos.
Nuestra mala y cara energía se pretende abordar eufemísticamente, “cambiar matriz energética”, mediante plantas sobrevaloradas que producirán más barato pero venderán igualmente caro al no encarar sistema de fijación de precios vigente.
Infraestructuras viales– autovías, túneles y elevados -no han traducido resultados en seguridad vial y fluidez del tráfico.
El bellísimo marco legal-institucional no se aplica por culpa del propio Estado: El régimen de competencia es neutralizado al fijar precios al margen del mercado. Ej: combustibles.
Se asocia mala calidad del gasto a corrupción; exponiéndonos a comparecer ante tribunales internacionales. Ej: ODEBRECH.
Adoptamos política migratoria reactiva ante instancias exógenas de tribunales y organizaciones, no con criterios propios como sería documentar sin vincular la nacionalidad; o denunciando sistemáticamente negligencias, arbitrariedades e indiferencia haitianas.
Estrujándole al oficialismo estas realidades puede contrarrestarse campaña oficialista basándose en arcas rebosantes.
Solo necesitamos opositores inspirados en nuestro himno –“Quisqueyanos valientes alcemos” – capaces de levantarse, reajustarse y relanzarse.