Y aún más: sus propuestas, como la de aumentos salariales, sin insinuar cómo financiarlos, no previstos en el presupuesto 2019 cuya ejecución apenas comienza a pesar de haberse aprobado a fines del 2018; sugiere irrespeto a leyes presupuestarias y tentaciones de aumentos de gastos conducentes a más endeudamientos.
El discurso presidencial fue además irrespetuoso en concepciones y resultados sobre gestiones a rendir cuentas.
Fue irrespetuoso al afirmar que satisfacemos 85% de nuestras necesidades alimenticias cuando la balanza comercial cerró apuntando un déficit de US$11000millones, nuestros productores agropecuarias se autoperciben en quiebra y cuando nuestros supermercados exhiben más productos importados que locales.
Fue irrespetuoso al regodearse con el número de empleos creados cuando el desempleo es prácticamente el mismo que hace 22 años con el agravante que hoy es mayoría (57%) el informal, irrespetando la dignidad mandada en nuestra Constitución. Y cuando el Estado, no la economía, hipertrofiando más la burocracia, encabeza la creación de empleos formales.
Y en la disminución de la pobreza alardeada, la monetaria, no la real; que implica sumarle dinero mediante subsidios insostenibles financieramente al ingreso de los pobres para que sigan así y mantener clientelismo político; en lugar de modelar un crecimiento económico mejor distribuible para que dejen de ser pobres mediante empleos dignos.
Fue irrespetuoso afirmando que la delincuencia ha disminuido, que ya no hay enfermos en pasillos de hospitales, al citar a conveniencia organismos internacionales, al alardear de acciones gubernamentales sin resultados positivos netos como las deportaciones de haitianos que luego regresan.
Yal abusar de la paciencia ciudadana con un largo discurso para no rendir las cuentas mandadas por la Constitución: “administración presupuestaria y financiera”.
Es impostergable que las instancias responsables de la nación eviten que sigamos siendo gobernados por esquemas de gobierno que hacen llorar a sus pueblos, como hoy llora Argentina por el descalabro económico provocado por su sociopopulismo.
Muy bien, en verdad ha mejorado la calidad del empleo pero no al ritmo que amerita. Danilo, No rindió cuentas pero hizo cuentos y dejó claro que quiere seguir haciéndolo.