Tenía programada una conferencia en Museo La Altagracia el pasado viernes 19 sobre ideología socialcristiana ante auditórium obviamente constituido por miembros del partido que abraza esta ideología. Ya en Higüey nos enteramos que la Presidencia del PRSC visitaría el día siguiente la localidad para cuyos preparativos fue convocada la dirección local a la misma hora que dictaría la conferencia. Renuente a pugnar internamente, incluyendo espacios y tiempos, desistí del propósito que me había llevado a esa provincia venerada.
La convicción que muchos malestares presentes están relacionados con el abandono de ideologías, ejemplo de ello es lo acontecido alrededor de Odebrecht, hace imperativo exponer por este medio su contenido. Este emblemático caso de corrupción e impunidad, que ha consumido cerca del 2.5% del PBI y del 15% del presupuesto 2017, solo se explica por falta de valores éticos y morales que proporcionan ideologías.
Por eso y por otras razones, iba a destacar, contrario a lo que comúnmente se cree, que las ideologías siguen siendo pertinentes, necesarias, viables y convenientes.
Las ideologías definen proyectos de gobernación. Por relegarlas, carecemos de elementos de inspiración sobre roles de poderes públicos: sus decisiones y actuaciones. En lugar de procurar Bien Común, interés general de ciudadanía, servir a gobernados y facilitar iniciativas particulares compatibles con estos propósitos; los detentadores del poder carentes de ideologías improvisan o se sirven del poder para beneficiarse directamente y/o complacer intereses personales o de grupos afines.
Carecer de ideología conlleva carecer de criterios para fijar objetivos y metas a alcanzar. Y de concepciones claras de como gobernar.
Por falta de ideología la economía deja de ser lo que debe ser, satisfacer necesidades y generar puestos de trabajos dignos y estables, para dar paso a economías dispendiosas, especulativas y rentistas. Los recursos, públicos y privados, dejan de dirigirse a aquellos propósitos; para satisfacer superfluidades y proporcionar beneficios a incumbentes y allegados. La riqueza nacional deja de ser para todos, concentrándose en pocas manos como demuestra las 3,5,14,17 o 30 personas que manejaron dinero alrededor de Odebrecht.
Al inscribirme en ideologías y las utopías que ellas generan, todas sin distinción, abrazo una en particular, respetando las demás: socialcristiana; porque resalta la dignidad de la persona humana, concibe organización social pluralista, propicia economías de satisfacción de necesidades y pleno empleo, concibe un Estado supletorio que paute, oriente y facilite la iniciativa particular; interviniéndola y prohibiéndola cuando obstaculice la procura del Bien Común.
Iba a sostener, finalmente, que las ideologías constituyen elemento imprescindible para rescatar un sistema de partidos descompuesto que están degenerando nuestra democracia hasta exponerla a caer víctima de vacíos o aventuras políticas.